9 de noviembre de 2012

A de Amor.

Una de las mejores sensaciones del mundo es la de dejar de depender de alguien, la de darse cuenta de que tú eres lo más importante y que no hay nada ni nadie que pueda hacerte cambiar eso. Hasta que abres lo ojos. Entonces le ves a él, a quien te ha hecho olvidarte del anterior y te ha hecho volver a creer en ti. Ahí es cuando llegas a cuestionarte que quizás no lo ves como un simple amigo, en ese momento ya estas perdida, ya no hay vuelta atrás. La rutina poco a poco se irá convirtiendo en la pequeña obsesión de evitar no quererle. Y te das cuenta de que has vuelto a lo de antes, con la única diferencia de que todavía no te ha hecho daño. Entonces te das cuenta de que ya da igual, de que no hay forma de intentar evitar eso, no se puede. Una posible solución sería dejar de querer. Pero, piénsalo. Has aprendido que los amores pueden llegar por sorpresa o terminarse en una noche. Que grandísimos amigos pueden volverse grandísimos desconocidos, y que por el contrario un desconocido puede volverse alguien inseparable. Que el "nunca más" nunca se cumple, y que el "para siempre" siempre termina. Que el que quiere, lo puede, lo sigue, lo logra y lo consigue. Que el que arriesga no pierde nada y que el que no arriesga, no gana. Que el físico atrae, pero la personalidad enamora. Que si quieres ver a alguien díselo, mañana será tarde. Que el sentir dolor es inevitable, pero el sufrir es opcional. Y sobretodo, has aprendido que no sirve de nada seguir negando lo evidente. ¿Crees que merece la pena no querer?

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