5 de febrero de 2012

love, hate, sex

Subida a estos catorce centímetros, y sin notar el dolor de pies pues el del corazón lo eclipsa todo; con el vestido oliendo a Jack y al humo de tabaco, ese que has estado exhalando mientras me mirabas durante toda la noche. Con el Casio marcando las cuatro de la mañana y este pelo, que me hace parecer aún más vulgar y loca de lo normal, me planto ante ti antes de que te subas a ese bonito Mercedes rojo de tu amigo. Hago énfasis en lo de 'rojo', pues tú lo hiciste al comparar el color de mi carmín al bajarte a saludarme. Le dijiste a tu colega esa frase de: '¿No preferirías ser dueño de una boca como esa? Del mismo color, pero no tan fría.' Imbécil. Sí, tú. Y tu amigo por haber sonreído de esa manera, como dándote ánimos a desabrocharme la coraza y romperme el broche del sujetador.
Hombres, pero tú estás a parte. Tú siempre has podido presumir de conocerme sin ser la princesa de hielo que conocen todos los que me conocen. Tú, el especial. El protagonista siempre irónico de mis fantasías y el dueño del reino que descongelas nada más colarte entre mis sábanas. Tú, tu nombre y esa mirada que parece que lo sabe todo. Parece que me sepa toda.
El caso es que hemos estado nueve horas en la misma fiesta, hemos pasado de un año a otro abrazados y hemos follado hace cinco minutos en tu cuarto, y lo que me sorprende es que sigas respirando, cuando a mi, que solía ser de hielo, se me congelan los pulmones cada vez que respiro y el aire que se cuela entre ellos no es el que tu exhalas. Maldito seas, que me sonríes sabiendo que lo único que te mereces es una patada en los huevos y un bocado en ese labio de abajo, hasta hacerte sangre.Y lo que obtienes es a mi. Ni más ni menos. Me tienes aquí, muerta de frío, oliendo a ti, con el sujetador roto y una carrera en las medias de la cual tú eres el autor; tan poco que dices quererme, y cuando estoy a tu lado no puedes estar a menos de una lengua de distancia. Hipócrita. Y no mentiroso. Porque, al fin y al cabo, nunca has negado realmente eso 'raro' que sientes hacia mi, porque ya son cuatro años los que jugamos a este juego de 'no te quiero, pero en mi cama haces falta', en el cual tú siempre terminas ganando.
Y no digo que yo pierda, ni mucho menos. Si te doy cuerda es por que disfruto, ¿Para qué negarlo? El problema está en que tú no dejas tregua, ni de hacer trampas. Me zarandeas, y con ello me siento como una de esas bolas rellenas de agua, igual que la me regalaste por Navidad ¿Sabes? Pues yo soy una bola de esas, y cada copito que no para de moverse es un sentimiento. Un sentimiento que, ni tan malo ni tan bueno,  escuece cada vez que me rozas.
¿Amor? Es posible. ¿Morbo? Pues también. No quiero terminar este monólogo sin mencionar que follas de maravilla y que te he pedido para Reyes; pero lo esencial es que, joder, entiende que las cosas no puedes seguir siendo así, ni yo puedo seguir siendo así; lo 'típico' en tu vida y lo que tú tienes como uno más de tus caprichos valiosos. Y sí, no me interrumpas, sé que me tratas como una reina, pero eso no quita que cada vez que vuelvo a mi trono encuentre bajo el cojín las bragas de otra, ¿Entiendes? Las cosas son más difíciles, y yo también lo soy.  
Y así, no sé si volverá este año a invitarme a su fiesta, ni sé siquiera si este será el fin de año definitivo, en el cual un chupetón suyo en la ingle no sea lo único que me lleve de su casa. El fin de año en el que no tenga que recibir, sonreír y borrar los sms de otros, en los cuales pone el siempre típico y bonito'Quiero que este año sea nuestro'; si no oír un 'Nosotros, nuestro año. Tú y yo' al oído y mientras los demás se inflan a tragar uvas, yo tenga un par de labios que manchar de mi rojo carmín. Sus labios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario